Prevalencia de la agresividad por juego
Los problemas de agresividad felina suponen un problema importante, tanto dentro del ámbito de la medicina del comportamiento, como desde la perspectiva de la salud pública. La llamada agresividad por juego se encuentra entre las categorías diagnósticas más frecuentemente descritas en la bibliografía dentro del ámbito de la agresividad felina hacia los miembros de la familia, llegando a representar el 43% de los casos,1 aunque también puede dirigirse a otros animales de la casa.2
Factores que favorecen la agresividad por juego
En la siguiente tabla aparecen los factores de riesgo asociados1,3:
Características y desarrollo
La conducta de juego normal se caracteriza por incluir secuencias motoras propias de otras conductas como la depredadora, que incluyen el acecho, la persecución, el ataque y la mordedura de la presa. En ocasiones, la conducta de juego acaba con un ataque dirigido a las manos o a los tobillos, especialmente si están en movimiento, pudiendo generar un problema de agresividad por juego. Algunos autores clasifican por ello este problema con el nombre de “conducta depredadora mal dirigida” o también “juego mal dirigido”.1
A diferencia de cualquier conducta agresiva, los ataques que forman parte del juego no van acompañados de ninguna muestra de activación del sistema simpático, como la piloerección, ni de posturas características de la agresividad ofensiva o defensiva.1 Las orejas se dirigen hacia adelante, no hacia atrás y el gato generalmente está en silencio.2 Cuando surgen emociones como el miedo o la agresión, ya no se trataría de juego.
El juego puede ser especialmente brusco y provocar daño y lesiones físicas si el gato carece de autocontrol y no modula sus respuestas, pero también si no hace suficiente ejercicio o ha aprendido a jugar de manera inapropiada a través de mecanismos de condicionamiento operante (refuerzo positivo).4 Esto último se produce cuando los propietarios motivan este comportamiento incitando a jugar a los gatitos con sus manos, pies o pelo. Cuando el gato crece y se hace más grande, estos comportamientos de juego pueden volverse más dañinos e incluso llegan a provocar miedo en las personas atacadas.5
El diagnóstico se basa en la edad (gatos jóvenes, aunque puede aparecer en cualquier edad) y el blanco de la agresión (partes del cuerpo en movimiento). Los ataques suelen ser selectivos, implicando solo a una persona, en ciertos lugares y solo cuando se mueve, por ejemplo, al subir y bajar escaleras, al salir de la ducha, al hacer la cama, al andar por el pasillo, etc.1 Sin embargo, todavía no se ha aclarado el motivo por el cuál eligen a ciertos individuos.
Aunque se trate de un comportamiento normal, debemos considerarla preocupante cuando:
- Los mordiscos o los arañazos son profundos, no inhibidos y se dirigen a la cara o a las manos o las víctimas son personas con piel frágil, con inmunodeficiencias, niños o ancianos.
- La actividad es nocturna y no deja a los dueños descansar.
- Provoca miedo en los miembros de la familia (humanos u otras mascotas).
El pronóstico es favorable si se pone remedio y no se deja evolucionar el problema. A no ser que se fomente, la conducta tiende a desaparecer a medida que el gato se hace adulto.
¿Cómo se trata la agresividad por juego?
El tratamiento de la agresividad por juego incluye los siguientes puntos:1,2,3
- Mejorar el ambiente del gato: de acuerdo con las guías de la ISFM sobre enriquecimiento ambiental, se deben proporcionar (1) un lugar seguro; (2) los recursos ambientales clave separados entre ellos (agua, arenero, rascador, etc.); (3) oportunidades para el comportamiento de juego y depredación; (4) contacto humano positivo, predecible y consistente; y, por último, (5) un ambiente que respete el sentido del olfato del animal.
- Evitar el castigo: estos gatos son normalmente muy activos y algunos propietarios tratan el problema de forma que lo agravan, por ejemplo, al encerrarlos por “portarse mal”. Es fundamental disuadir a los dueños de emplear el castigo físico como medio de corrección porque es probable que aparezcan otros problemas como el miedo o la agresividad defensiva.
- Evitar reforzar el problema: el problema de comportamiento puede ser reforzado por el propietario de manera no intencionada, por ejemplo, intentando golpearle o separarlo con las manos o intentando redirigir el ataque tirando una pelota cada vez que el gato ha empezado la secuencia. En estos casos, el gato puede percibir que el propietario está jugando con él y, por tanto, reforzando ese comportamiento. Por ello, permanecer quieto puede ayudar a parar el ataque o, al menos, reducir la intensidad de la agresión. Esto no es siempre fácil de llevar a cabo y es recomendable asegurarse de que los propietarios se protejan con ropa adecuada.
- Promover un juego apropiado: el juego es muy importante para los gatos, especialmente para aquellos que no tienen acceso al exterior. Los tutores deben evitar jugar con el gato utilizando manos y pies. Las características del juguete ideal para el gato incluyen el hecho de ser pequeño, móvil, fácil de manipular y cazar, así como fácil de coger con la boca. Los mejores momentos para jugar son las horas crepusculares, según el propietario llegue a casa y después de un período de reposo del gato. Anticiparse a cuándo y dónde ocurre el juego inapropiado, para que el propietario pueda incitar un juego adecuado, puede reducir la probabilidad de nuevos ataques. En cuanto a los punteros láser, solo se recomiendan si al finalizar el juego se les tira un juguete para que el gato pueda completar la secuencia de caza y no se produzca frustración.
- Incorporación de otro gato (opcional): esta es una de las pocas conductas que se pueden corregir incorporando a la casa otro gato de edad y temperamento similares, siempre valorando el riesgo de conflicto entre ellos.
Atendiendo a las anteriores pautas de tratamiento, la prevención pasaría por cubrir las necesidades ambientales del gato, proporcionar ejercicio adecuado y evitar el juego inapropiado por parte del propietario.
Bibliografía
- García-Belenguer S, Rosado B, Palacio J, Luño I, González- Martínez A: Agresividad por juego. Consulta de difusión SL (de): Manual de medicina del comportamiento. Especies canina y felina. 2022: 577-578.
- Curtis TM. Human- directed aggression in the cat. Vet Clin Small Anim. 2008; 38: 1131-1143.
- Amat M, Manteca X. Common feline problem behaviours. Owner-directed aggression. JFMS. 2019; 21: 245-255.
- Frank D, Dehasse J. Differential diagnosis and management of human-directed aggression in cats. Vet Clin Small Anim. 2003; 33: 269-286.
- Bain M, Stelow E. Feline aggression toward family members: a guide for practitioners. Vet Clin Small Anim. 2014; 44: 581-597.
Violeta Sanchez