Introducción
El entorno del perro constituye un eje fundamental en el diagnóstico y el tratamiento de problemas de comportamiento. Dentro de este eje se incluyen las medidas de enriquecimiento ambiental, que abarcan propuestas como paseos de calidad, juegos de estimulación cognitiva, actividades de masticación y el deporte1. En relación con este último, a su vez, existe una amplia variedad: mantrailing, canicross, frisbee…
Es bien sabido que la práctica correcta de un deporte conlleva beneficios físicos y mentales y, en el caso de los deportes caninos, este beneficio puede ser para el binomio perro-humano. Para que esto sea así, es importante poner atención en la prevención de lesiones, ya que algunos de los deportes caninos pueden resultar muy exigentes a nivel físico debido a factores relacionados con la cinética de movimientos, el impacto o la resistencia. En este sentido, la supervisión veterinaria resulta indispensable para asegurar una práctica sana. En particular, el fisioterapeuta veterinario tendrá un papel especialmente relevante cuando estos deportes se practiquen a nivel de competición.2,3
En este artículo hablaremos del Agility, para entender en qué consiste, sus beneficios y limitaciones, así como su posible aplicación en programas de enriquecimiento ambiental. Algunos textos divulgativos no científicos lo llegan a denominar como “Agility terapéutico”4.
¿Qué es el Agility?
El Agility nació en 1978 en Reino Unido, en el Crufts, un gran evento y exposición internacional organizado por el Kennel Club.5 Desde entonces, a pesar de ciertos cambios en el tipo de obstáculos y las actualizaciones en las técnicas de aprendizaje y conducción, los principios del Agility se han mantenido y su reglamento está reflejado en la FCI (Federación Cinológica Internacional).6
El Agility consiste en un circuito de obstáculos que el perro debe recorrer, guiado por su tutor. Los obstáculos que sortear son:
- Saltos: valla, muro, rueda, longitud
- Contactos: pasarelas, rampas, balancines
- Otros: slalom, túnel
Antes de realizar la pista de obstáculos se deja un tiempo de reconocimiento en el que el guía estudia el recorrido y se prepara para guiar a su perro. El circuito debe realizarse en el mínimo tiempo posible y evitando penalizaciones que incluyen faltas (como tirar el palo de un salto, no tocar las zonas de contacto…), rehúses (el perro rechaza hacer un obstáculo) o ser eliminado por acúmulo de faltas o rebasar tiempo máximo, por ejemplo. Más allá de estas penalizaciones, el binomio puede ser descalificado por varios motivos, entre los que se incluye el trato incorrecto del guía hacia el perro.
En competición existen diferentes grados (grado 1, 2 y 3) según la dificultad del recorrido, y tanto los perros según su tamaño, como los guías según su edad, se dividen en categorías:
- Perros: S, M, I, L (pequeño, mediano, intermedio y grande).
- Guías: infantil, adulto y senior.
Los perros aspirantes para competir deben pasar una prueba de sociabilidad ante un juez.
Como en cualquier otro deporte, en el Agility practicado a nivel de competición las exigencias para guía y perro son altas. Sin embargo, también se puede considerar la posibilidad de practicar Agility meramente como actividad de ocio, priorizando el aspecto lúdico. Esto dependerá de las características y habilidades del binomio, así como de sus expectativas.
¿Cómo se realiza el aprendizaje?
Dado que se trata de un binomio, es importante tener en cuenta que se necesita un aprendizaje por parte del guía y del perro, así como un buen vínculo y una buena comunicación entre ellos. Así, en un primer momento se propondrán juegos controlados y ejercicios basados en refuerzo positivo que faciliten esa conexión y en pista: tira y afloja, tocar una diana, rodear conos…
Hecho esto, tanto el guía como el perro necesitan aprender dos bloques de habilidades: el guiado y los obstáculos.
- El guiado: esperar para empezar, las direcciones (izquierda, derecha, hacia atrás…), venir hacia el guía, por dónde pasar la valla, etc. El guía aprende, mediante las indicaciones del monitor, las señales verbales para cada movimiento y a posicionar su cuerpo y sus brazos para indicar al perro la dirección a seguir o el obstáculo que toca realizar. El perro, a su vez, aprende a interpretar esas señales. Para ello, las técnicas de aprendizaje utilizadas son principalmente el “luring” (o señuelo) y el moldeado, siendo preferible ésta última para activar la parte cognitiva del perro y obtener un aprendizaje más seguro y con menos errores. En este sentido, la tendencia actual en el guiado se enfoca a respetar las “líneas naturales” del perro, es decir, a trazar el recorrido respetando el movimiento más natural del perro. De esta manera, por un lado, se fuerzan menos los movimientos y, por lo tanto, su sistema músculo esquelético; por otro lado, se facilita que el perro, ante una duda, escoja la decisión adecuada, es decir, el obstáculo o la dirección correcta. Para ello se trabaja la atención del perro hacia delante, hacia los obstáculos, promoviendo su toma de decisiones, y disminuyendo la intervención del guía.
- Los obstáculos: discriminación del nombre de cada obstáculo y su correcta realización (por ejemplo, tocar las zonas de los contactos). Las técnicas utilizadas son el “luring”, el moldeado, y el “targeting” para las zonas de contacto. Cabe recalcar que los obstáculos presentan diferentes niveles de dificultad, ya sea por su complejidad (es más fácil técnicamente aprender el salto que el slalom) como por el reto que conlleva para los perros. En efecto, subir a la pasarela o accionar el balancín puede resultar muy difícil para un perro inseguro. El guía, como referente, deberá tener en cuenta ese componente emocional para adaptar el ritmo de aprendizaje4.
Como vemos, la concentración del perro en su ejercicio es primordial ya que debe procesar la información en poco tiempo para conseguir los mejores resultados tanto si se trata de un binomio que compite como si se trata de una actividad de ocio. En esta capacidad de concentración influirá el estado tanto emocional como físico del perro7, lo que pone en juego el bienestar del animal. En este sentido, la FVE (Federación de Veterinarios de Europa) ha publicado recientemente su posicionamiento en adiestramiento y bienestar.8
Por su parte, la RSCE (Real Sociedad Canina de España), en el artículo 37 de su reglamento, recoge la obligación por parte del tutor de velar por el bienestar de sus animales: “El guía es responsable del bienestar de sus ejemplares. Está prohibido exponerlos a una situación que pueda ser peligrosa para su salud o bienestar, como, por ejemplo, dejarlos en el coche con unas temperaturas excesivamente elevadas o muy bajas, utilizar collares que resulten dañinos y/o tratarlos de forma cruel. Violar estas normas conllevará la exclusión inmediata del guía y de sus perros de la prueba en curso y, dependiendo de la gravedad de los hechos, de las futuras”6
Así mismo, la web francesa de la CNEAC (Commision Nationale Éducation et Activités Cynophiles) reserva un apartado al bienestar en las actividades caninas, no solo en Agility.9
Beneficios y limitaciones del Agility
Beneficios
Dado que se trata de una actividad física, la práctica del Agility tendrá un beneficio en el estado de forma tanto para el perro como para el guía. Cabe recalcar que, para evitar lesiones, las sesiones de entrenamiento deberán estar precedidas de un calentamiento, y al final, tener una fase de recuperación.9
Si se realiza un entrenamiento respetuoso con el perro, el vínculo se verá reforzado por una mejor comunicación y mayor confianza mutua. Los juegos previos para conectar con el perro y obtener una buena motivación participan de ese vínculo seguro, así como la adaptación del aprendizaje al ritmo del perro.
Para el perro, los beneficios de una actividad lúdica como el agility se traducen en un aumento de su autoconfianza10, en la mejora de su capacidad cognitiva7 y en su motivación. Todo ello generará un estado de ánimo más positivo y optimista.11,12 Este punto será especialmente interesante en prevención y tratamiento de problemas de conducta.
Limitaciones
En este apartado cobra gran relevancia el bienestar del animal, así el guía debería tomar la práctica de este deporte como una proposición a su perro, no como una obligación. En efecto, puede haber perros que no se lleguen a motivar lo suficiente o no tener características idóneas, con lo cual se debería considerar buscar otras opciones de deportes.
Una limitación obvia tiene que ver con el estado físico del animal, ya que, por ejemplo, una patología orgánica invalidante o dolorosa a nivel musculoesquelético impediría una práctica saludable del Agility. Para el guía, el estado físico obviamente también puede ser una limitación, aunque cabe recordar la existencia de la modalidad “paragility” para guías con diversidad funcional.
Otra limitación hace referencia a la gestión emocional necesaria por ambas partes, guía y perro:
- El guía tendrá que gestionar su frustración cuando los entrenamientos o la competición no tengan el resultado previsto, y por supuesto no volcarla sobre su perro.
- El perro, por su lado, se verá confrontado a gestionar muchos estímulos e información, lo que puede llevar a una situación de estrés:
- Gestión del entorno inherente al entrenamiento o competición: presencia de personas desconocidas, perros, ruidos (altavoces…), etc.
- Gestión de la frustración en pista: los perros rápidos y sobre motivados pueden sentir frustración si su guía es inexperto.
- Frustración en la espera: puede ocurrir por sobre excitación o por mala gestión de la separación del guía.
En el mundo del Agility, un entrenamiento muy extendido es el de la creación de una zona segura. Los perros son entrenados a permanecer en sus jaulas y en el interior de los coches (con las medidas de seguridad pertinentes para su bienestar), ya que, sobre todo a nivel de competición, se revela una práctica necesaria y muy tranquilizadora para los animales. Durante las sesiones de entrenamiento, la zona segura que se utiliza a menudo es una cama elevada.
Aplicación en modificación de conducta: Agility terapéutico
Muchos de los elementos utilizados en Agility se pueden integrar en protocolos de educación y prevención de problemas de comportamiento:
- Como actividad lúdica en binomio puede formar parte del enriquecimiento social, ambiental y mejora el vínculo.1
- El aprendizaje de las habilidades y discriminación de obstáculos aporta una estimulación mental y trabajo de la propiocepción.
- La dinámica del deporte, con sus tiempos de espera y guiado, donde el perro no puede realizar el circuito que desea, proporciona la oportunidad de trabajar los autocontroles, la tolerancia a la frustración y la atención al guía, adecuando el manejo a la capacidad de gestión emocional de cada individuo4. Las pausas, mediante el trabajo de zona segura, suponen una herramienta para la gestión de demandas de atención, que a su vez serán de ayuda en la prevención de trastornos relacionados con la separación.1
Por otro lado, el Agility como herramienta dentro de los tratamientos se puede incorporar bajo diferentes facetas:
- En problemas de miedo, el hecho de superar retos en los circuitos puede favorecer una mayor autoconfianza y optimismo 10,12, facilitando una mejor gestión emocional de los estímulos percibidos como amenazas.11 Cabe recalcar que, en función de grado de miedo y los estímulos, será indispensable la adaptación del entorno del entrenamiento, considerando la posibilidad de entrenar en solitario, es decir, en clases individuales.4
- De la misma manera, en casos de reactividad (por miedo, frustración, de tipo intrasexual…), los estímulos detonantes podrán ser gestionados adecuadamente, buscando una distancia que permita al perro recoger información sobre ese estímulo, y tomar una decisión pertinente o adecuada socialmente.13 En este caso el trabajo de gestión emocional del perro será reforzado. En las pausas del entrenamiento el perro tiene acceso al estímulo de manera controlada y planificada.
En cualquier caso, la observación del lenguaje corporal del perro será determinante para planificar las sesiones y evaluar los avances en la gestión emocional del paciente.14 En este sentido, la comunicación entre el guía y su binomio canino será primordial. El guía, por un lado, respetará las señales de estrés emitidas por su perro, y por otro, podrá trabajar señales de consentimiento del animal a la hora de gestionar una situación dada.13 Dicho de otra manera, el perro tendrá capacidad de control sobre su entorno.
Conclusiones
Los beneficios de la práctica de un deporte como el Agility no pueden hacer olvidar sus limitaciones, por lo tanto, la mejor opción antes de lanzarse a su práctica es un buen asesoramiento por parte del veterinario habitual y, en caso necesario, del veterinario etólogo.
El Agility como herramienta en un protocolo de enriquecimiento ambiental supone una herramienta más disponible en la que intervienen comunicación, gestión emocional y cognición. El aspecto lúdico del Agility toma especial importancia como vehículo para promover un estado emocional colaborativo, positivo y de confianza que permite al guía acompañar a su perro en una toma de decisiones adecuadas y proporcionadas delante de situaciones estresantes, siempre en pro de su bienestar.
Elsa Fernández
Referencias
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