Responsabilidad de garantizar seguridad y salud mental y física
La convivencia de las personas con animales de compañía conlleva para sus tutores la responsabilidad de evitar que su animal suponga un perjuicio a la sociedad y que se comporte de manera aceptable para las personas. Además, es responsabilidad de los tutores de un animal de compañía garantizar su salud física y psicológica. Las expectativas poco realistas sobre lo que supone la tenencia de un animal de compañía pueden afectar a la calidad del vínculo con estos (1,2). Por este motivo, antes de adoptar un animal es importante estar bien informado respecto a lo que representa su tenencia.
Debemos tomar consciencia sobre la importancia de la salud mental de nuestros animales de compañía ya que, muchas familias consideran algunos problemas emocionales poco problemáticos para la convivencia, y a menudo conviven con el problema sin buscar ayuda profesional (3).
Además, muchos tutores, no suelen identificar de manera lo suficientemente temprana cuándo su animal está sufriendo un problema emocional o incluso un problema de salud física, esto ocurre más en especies que ocultan los signos clínicos como el gato o el conejo (4, 5).
La capacidad del cuidador del animal de identificar signos de estrés es importante para evitar una respuesta desproporcionada o sostenida en el tiempo y facilitar el retorno al estado basal. Cuando el cuidador no entiende el lenguaje del animal puede no actuar correctamente, empeorando la situación emocional (6). Por ejemplo, se han cometido errores en la interpretación del lenguaje canino que han llevado al uso de metodologías de confrontación (7, 8). Además, existen múltiples estudios que demuestran la aparición de problemas de comportamiento y de bienestar como consecuencia de métodos de entrenamiento punitivos (7, 9).
Por otro lado, en ocasiones las expectativas respecto al comportamiento del animal difieren entre los miembros de la familia en función del género de los tutores o del estilo de vida (10), pudiendo desembocar en un manejo inconsistente, que reduce la previsibilidad del entorno y aumenta el estrés del animal (11). Además, algunos estudios indican que la personalidad del tutor afecta más al vínculo con el perro que el temperamento del animal (12).
Beneficios de tener un vínculo humano-animal seguro
La relación entre los animales de compañía y las personas tiene el potencial de ser beneficiosa para ambos, siempre y cuando las expectativas humanas se cumplan y el vínculo entre ambos sea bueno (1,2,10). Existe cierta asociación entre el estrés de un animal y el de sus tutores, llegando a sincronizarse los niveles de cortisol (12). Además, cuando un animal presenta comportamientos indeseados, puede dañarse el vínculo con sus tutores humanos, suponiendo un detrimento para la salud mental y física de ambos, y pudiendo provocar un rechazo del animal (1,2,10,7).
Costes de los problemas de comportamiento
Los problemas de comportamiento tienen costes emocionales y económicos elevados para los tutores (2,15). Cuando un tutor invierte más de lo que esperaba en su animal de compañía, puede reducir su satisfacción respecto a la tenencia de dicho animal (2, 12), pudiendo llevar al abandono o eutanasia del animal (2, 14).
Comportamiento, bienestar emocional y salud
La esperanza de vida se reduce en animales con problemas de comportamiento (11,16). En parte puede ser debido al efecto que tiene el estrés crónico en el envejecimiento celular, también por mostrar problemas de manejo clínico veterinario, dificultando su tratamiento, y reduciendo la efectividad de éste, y aumentando las probabilidades de eutanasia humanitaria por salud o peligrosidad (16).
Algunos trastornos del comportamiento se han visto relacionados con un aumento de problemas cutáneos, teniendo la misma importancia el tratamiento dermatológico que el comportamental en su resolución (11,16). En gatos, el estrés también se ha visto relacionados con un mayor riesgo de problemas urinarios (11). Un estrés elevado o sostenido disminuye la función inmunitaria del individuo, y en hembras gestantes puede dar lugar a cachorros con un sistema inmune menos competente (11). También existen asociaciones entre problemas digestivos y emocionales (11,16).
Los problemas de comportamiento pueden ser la expresión de un problema orgánico que cursa con dolor, prurito o alteraciones hormonales (4,11,16,17). El dolor puede dar lugar a problemas de comportamiento, exacerbar otros ya existentes o complicarlos con signos clínicos distintos. Además, puede dificultar el aprendizaje y ejecución de conductas aprendidas. En ocasiones, la percepción de que se trata de un problema conductual hace que no se diagnostique o se diagnostique demasiado tarde, llevando a un empeoramiento de la enfermedad. Además, muchos de estos problemas se retroalimentan, es decir el dolor provoca malestar y estrés, el animal modifica su comportamiento, y en ocasiones esta modificación tiene consecuencias negativas para la salud física del animal (ej: automutilaciones) (17).
Además de esto, en animales senior, muchos cambios de comportamiento asociados a dolor o enfermedad, son confundidos con signos propios de la edad, retrasando la búsqueda de atención veterinaria y acelerando la evolución (4).
Los problemas emocionales también pueden aumentar la probabilidad de presentar nuevos trastornos ya que cuando un animal presenta un estado excitatorio elevado aumenta su sensibilidad a todos los estímulos aversivos debido a la liberación de corticoides endógenos (11).
Riesgos sanitarios
Debemos tener en cuenta que uno de los problemas de comportamiento más frecuentes es la agresividad (18). Los problemas de agresividad representan un peligro para la salud pública debido a las mordeduras que dejan secuelas físicas y psicológicas. Estas son más frecuentes en niños, que comúnmente manipulan de manera brusca a los animales, tienen menos capacidad de defenderse y son más vulnerables físicamente que las personas adultas. De manera que, en el caso de haber menores, las consecuencias son mucho más graves (18,19).
Consecuencias emocionales para el animal
Las experiencias emocionalmente significativas se consolidan de manera preferente en la memoria. Las memorias de experiencias emocionales negativas compiten con las nuevas memorias que generamos con el tratamiento. Además, las experiencias emocionalmente intensas pueden recordarse en situaciones de estrés, debido al paso del tiempo, etc., reduciendo la eficacia de los ejercicios de modificación de conducta o provocando una recidiva del problema comportamental a posteriori (20).
Los animales que presentan problemas emocionales de manera crónica tienen tendencia a interpretar estímulos neutros como algo negativo (9,15,21). Esto facilita que un problema emocional pueda dar lugar a otro (15,21). Éste hecho nos indica que cuanto más tiempo pase el paciente sin tratamiento peor será el pronóstico del problema, pudiendo dar lugar a la frustración de los tutores por la lentitud en los progresos del paciente y al abandono del tratamiento.
Situación en España
Según un estudio publicado en 2006, en España se eutanasiaban entre un 10 y un 20% de los animales por problemas de comportamiento. La mayoría de los veterinarios tiene claro que los problemas de comportamiento son mayoritariamente problemas de salud y deben ser tratados a través de la veterinaria. No obstante, menos de la mitad de los veterinarios españoles refería a especialistas en etología. Por este motivo es importante la formación de veterinarios y tutores de animales domésticos sobre el papel de la etología en la salud mental y física de dichos animales (3).
Importancia de la formación de los tutores de animales de compañía
Resulta difícil para las personas encontrar la información adecuada sobre cómo educar a un animal ya que, en los medios de comunicación y en internet, a menudo se promueven metodologías peligrosas para el bienestar animal y para la convivencia (14,20,22). Esto hace que algunos tutores de animales de compañía intenten solucionar por cuenta propia los problemas conductuales de sus animales, mediante metodologías que pueden empeorar el problema (14,20). Por esto es importante concienciar a la sociedad de la importancia de prevenir los problemas emocionales y tratarlos de forma adecuada y respetuosa con el animal.
¿Cómo podemos prevenir los problemas de comportamiento?
- Formación de criadores y protectoras sobre cría y cuidados de la madre y la camada, valorando genética y epigenética y respetando el bienestar (15,20).
- Evitar la compraventa de cachorros importados o criados en granjas de cachorros, informarse del estado de los progenitores y evitar destete precoz (15,18,20,23).
- Realizar una correcta socialización, desde el origen (criador/protectora) y con los adoptantes (15,20). Es recomendable la asistencia a clases de socialización (14, 24).
- Formación de los tutores sobre las necesidades de la especie e implicaciones del bienestar psicológico en salud y vínculo con el animal, previos a la adopción (1,2,5, 10,14,22).
- Elegir un animal de compañía en función a las rutinas de la familia, si se tienen o no otros animales (compatibilidades), el temperamento de éstos, edad, género, habilidades sociales, etc. Ofrecer asesoramiento veterinario para elegir y habituar correctamente al animal al nuevo hogar y miembros de la familia (14,20).
- Habituación a los cambios en el estilo de vida de la familia y presentación progresiva y positiva de nuevos miembros de la familia. Buscar asesoramiento etológico profesional para prevenir la aparición de problemas (18,22,23).
Como conclusión, es importante estar bien informado antes de adoptar un animal de compañía, estar dispuesto a dedicar el tiempo y dinero necesarios para dar calidad de vida al animal, y si aparecen problemas de comportamiento buscar asesoramiento veterinario especializado en medicina del comportamiento, ya que la salud física y psicológica van siempre de la mano.
Marina Soriano Narváez
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