El hurón (Mustela putorius furo) es un paciente potencialmente frecuente en la medicina del comportamiento. Su atención supone muchas veces un verdadero reto clínico.
Un aviso para los/las tutores/as: La salud mental es tan importante como la física. Los problemas de conducta de tu hurón son problemas de salud. Ante un problema de conducta, acude en primer lugar a tu veterinario.
Enlace a la primera parte del artículo: Etología del hurón 1. Fundamentos y bienestar
Cuestiones preliminares
En el hurón concurren prácticamente todos los elementos causales o predisponentes de problemas de conducta. Arrastra importantes inconvenientes en la genética, y su selección no está orientada a la vida doméstica. El manejo temprano en los criaderos y el circuito comercial suele ser deficiente. El conocimiento acerca de sus necesidades habitualmente está lleno de errores. Así, el impacto de los problemas de conducta en el hurón es elevado, y la mala interpretación de su comportamiento lo predispone al infradiagnóstico, aislamiento, muerte prematura, abandono o sacrificio.
La anamnesis y la exploración física exhaustiva son vitales, debido al entrelazamiento entre sus patologías orgánicas y etológicas. Muchas enfermedades físicas cursan con signos conductuales tempranos (insulinoma, enfermedad adrenal…), o radican en el estrés (gastroenteritis, rinitis…). Muchos problemas de conducta comunes pueden tener una base orgánica (hipo/anorexia, eliminación inaceptable…) o son signos insidiosos de dolor o de malestar físico (agresividad, miedo…). Es indispensable descartar una patología orgánica en primer lugar.
Los medios diagnósticos para los problemas de conducta son los habituales en medicina del comportamiento, con particular hincapié en la valoración del lenguaje corporal, el entorno y el manejo. Los recursos multimedia nos aportan información de gran valor. No existen cuestionarios validados, pero sí adaptaciones.
En el pronóstico debe hacerse una cuidada valoración de riesgos (es un animal potencialmente dañino). Es habitual que nos enfrentemos a un cuadro complicado con más de una patología, mal manejado y/o cronificado.
Idealmente, el tratamiento debería correr a cargo de un equipo multidisciplinar (un etólogo clínico, un veterinario “de cabecera” especialista en exóticos, la familia del hurón, y un educador de hurones si fuera necesario).
En la modificación de conducta, las acciones básicas serán siempre la educación familiar, las correcciones de manejo y el enriquecimiento ambiental. Adicionalmente, el entrenamiento en positivo de habilidades suele ser útil. El conjunto de estas cuatro medidas se debería implantar como Planes Pediátricos en los centros de cría, y como Planes de Bienestar en las tiendas y albergues. Si es necesario un protocolo concreto de modificación de conducta, prácticamente todos se pueden adaptar al hurón. Los métodos aversivos como el castigo o la inundación están siempre contraindicados.
En cuanto a las terapias biológicas, la mayoría de los nutracéuticos y los psicofármacos tienen dosis descrita para el hurón, y se usan de la forma habitual. Las feromonas no son una opción al no haber órgano vomeronasal funcional. La esterilización quirúrgica debe evitarse y la química es casi siempre beneficiosa, recomendándose hacerla de forma rutinaria.
En los casos de especial riesgo se tendrá que contemplar la reubicación, o incluso la eutanasia.
Motivos de consulta menos frecuentes
- Acicalado excesivo/automutilación, cazar o contemplar objetos invisibles, movimientos repetitivos…
Las conductas repetitivas se relacionan con una cautividad inadecuada y/o stress crónico, aunque algunas tienen base orgánica (dermatológica, neurológica…)3 4 6 7. Se gestionan optimizando el manejo y con enriquecimiento ambiental. Puede ser útil entrenar habilidades para detenerlas y hacer desensibilización y/o contracondicionamiento de los eventuales desencadenantes. En ocasiones será necesario usar psicofármacos. - Monta, hipersexualidad, anidado, pseudomaternidad…
Los problemas de la conducta reproductiva son comunes en hurones enteros, y casi inexistentes en los esterilizados. Van unidos a patología gonadal y del tracto reproductor, olor corporal, y agresividad mediada por hormonas (ver abajo). Responden bien a la esterilización (química), y prácticamente a ninguna otra medida. - Agitación o destrozos al guardarlo, rechazo al recinto, apego excesivo a la familia…
Los problemas relacionados con la separación suelen ser por frustración ante el encierro, pero también puede suceder fobia a la instalación, a la soledad y/o ansiedad por separación. Se tratan optimizando el recinto y el manejo, con enriquecimiento físico y/o social (humano o compañeros hurones), y entrenando habilidades de entrada y salida. A veces es necesaria la desensibilización a la jaula o un cambio completo de ella. Las terapias biológicas rara vez son necesarias. - Evitación, huida, congelación y/o defensividad muy intensa, duradera, anticipada y/o descontextualizada.
Los problemas de miedo son infrecuentes, dado que está muy atenuado. Suelen estar facilitados por patologías orgánicas subyacentes. Pueden surgir por una deficiente socialización, un episodio traumático o una mala relación con otro individuo. Pueden derivar en agresividad (ver abajo). Es necesario minimizar la exposición a la causa, facilitar refugios y/u opciones de huida para gestionar los episodios, y no reforzar, pero brindar consuelo si es requerido. La terapia se basará en protocolos de desensibilización y/o contracondicionamiento, y psicofármacos de ser preciso.
Motivos de consulta comunes
- Hiperactividad, efusividad, juego intenso, destructividad…
Los problemas de exceso de actividad llegan a ser difíciles de tratar, pues forman parte del etograma normal. Pueden comprometer la convivencia, y a veces acaban en agresividad (ver abajo). Pueden ser generalizados o suceder ante estímulos concretos. La educación familiar es fundamental, así como un manejo adecuado y un entorno seguro. El imprescindible fomentar unos adecuados niveles de actividad, juego y descanso para la terapia y la prevención. Suele ser útil entrenar habilidades de control o hacer desensibilización a los eventuales desencadenantes. En casos complejos, podría ser necesaria la medicación. - Rechazo de alimentos nuevos, apetito escaso, consumo de sustancias no nutritivas…
Los problemas relacionados con la conducta alimentaria son habituales y condicionan la salud. Siempre debe hacerse un cuidadoso diagnóstico diferencial de causas orgánicas, especialmente en hipo/anorexias. La habituación temprana a un adecuado rango de sabores y texturas es fundamental. Para prevenir el síndrome de pica, se debe administrar una dieta que cubra adecuadamente las necesidades nutricionales y de masticación, y minimizar el acceso a cuerpos extraños engañosos que puedan ser ingeridos. Para evitar la neofobia alimentaria es necesario introducir los nuevos alimentos de forma muy progresiva y relacionada con los ya aceptados. Se puede estimular el consumo jugando con presentaciones atractivas (humedecido, calentado, congelado…) y/o actividades interactivas (juguetes dispensadores, mantas de olfato, rutas de “caza”…). Puede llegar a ser necesario usar estimulantes del apetito. - Eliminación fuera de la letrina, impregnado con orina…
Los problemas relacionados con la eliminación no son infrecuentes. Puede haber una causa orgánica o facilitación por el stress, pero muchas veces nacen de un mal manejo, o un mal entendimiento de los patrones de eliminación y acicalado del hurón. Se debe brindar un lugar óptimo (u optimizar el que el hurón elija), y hacer “entrenamiento de letrina” en jóvenes y en recién llegados. Es recomendable ajustar la limpieza para que no haya un acúmulo de deyecciones en las que revolcarse, pero que tampoco falte la marca olfativa (la limpieza excesiva puede hacer que opten por otro lugar). En ocasiones es necesario aumentar el número o el tamaño de las letrinas y/o modificar su ubicación, su sustrato… Al no haber un componente feromonal, la limpieza ordinaria de las eliminaciones fuera de la letrina (sin enzimas ni alcohol) suele bastar.
La agresividad
La agresividad es probablemente el principal motivo de consulta etológica en el hurón. La problemática puede consistir en acoso a un blanco, amenazas y, sobre todo, mordeduras. Llega a ser un desafío, ya que muchas de las conductas normales incluyen secuencias interpretables como agresión: alimentación, exploración, ejercicio, juego, sexualidad, afiliación, ofensividad, defensividad…
La agresividad se facilita si hay dolor, malestar o stress. Puede ser un signo de patologías orgánicas. Se expresa con más frecuencia e intensidad en hurones enteros, por lo que la esterilización (química) es siempre recomendable.
Puede presentarse de forma redirigida si el blanco no es alcanzable, o instrumentalizada si el hurón aprende a usarla para conseguir algo. Se suele generalizar e intensificar con el mal manejo. Supone un riesgo especialmente para niños y personas con salud comprometida, y puede provocar el aislamiento, abandono o sacrificio del hurón.
La agresividad más habitual es la de tipo predatorio, que sucede en contextos de exploración, caza, alimentación, juego y/o saludo efusivo. Forma parte de la conducta normal (y deseable) del hurón, el reto es conseguir que se mantenga en niveles tolerables y se dirija a objetivos aceptables. Involucra a distintos sistemas emocionales deseables (principalmente búsqueda/exploración, pero también juego social o incluso cuidados/vínculo). Por ello, es motivadora, puede verse auto-reforzada, y no implica per se pérdida de bienestar. Está facilitada hacia blancos con olor intenso, sonido agudo, movimiento ondulante y sin familiaridad táctil/olfativa.
La agresividad de tipo afectivo sucede en respuesta a situaciones aversivas y/o de conflicto. No es la más común, pero sobreviene fácilmente con el mal manejo, entremezclándose con la agresividad predatoria. No forma parte de las conductas aceptables. Involucra a sistemas emocionales indeseables (frustración, miedo, o generalmente ambos mezclados), e implica una merma del bienestar animal. Su origen puede deberse a una experiencia concreta, al trato brusco y/o al uso del castigo. Se puede desencadenar ante situaciones específicas (“traumas”) o hacia blancos particulares (“enemigos”).
En la terapia, siempre será útil educar a la familia, optimizar el manejo incluyendo el entrenamiento en positivo de habilidades de control amable sin contacto, y hacer un buen enriquecimiento ambiental. Se debe brindar al hurón la oportunidad de alternar descanso y actividad, de divertirse adecuadamente, y, sobre todo, de dirigir la depredación hacia blancos aceptables. No se debe jugar con las manos, ni aumentar la intensidad del episodio, ni reforzarlo inadvertidamente (gritando, tironeando, enfrentándose…). Se debe evitar el castigo, nunca usar golpecitos, zarandeos, spray de agua, etc. Si hay componente de miedo, deben proporcionarse al hurón diferentes opciones de huida o refugio. Si hay un detonante concreto, se evitará exponer hurón a él, y posteriormente se realizará un protocolo de desensibilización y/o contracondicionamiento. En ocasiones, será necesario usar psicofármacos.
Óscar Beceiro Hermida
Clínica Veterinaria Kavuré (A Coruña)
oscarbeceirohermida@gmail.com
Referencias y lecturas recomendadas
- Bell, J.A., 1999: Ferret Husbandry and Nutrition. VCNA-EAP vol. 2, issue 1 (Husbandry and Nutrition), 169-192. Elsevier.
- Boyce, S.W.; Zingg, B.M.; Lightfoot, T.L., 2001: Behavior of Mustela putorius furo. VCNA-EAP vol. 4, issue 3 (Behavior), 697-712. Elsevier.
- Fisher, P.G.; 2006: Ferret Behavior, en Bradley, T.; Lightfoot, T. Mayers, J. Exotic Pet Behavior cap. 4, pp. 163-206. Elsevier.
- Bulloch, M.J., Tyne, V.V.; 2010: Ferrets, en Tynes, V.V. Behavior of Exotic Pets cap. 6, pp. 59-68. Wiley-Blackwell.
- Brown, S.A., 2012: Small Mammal Training in the Veterinary Practice. VCNA-EAP vol. 15, issue 3 (Exotic Animal Training and Learning), 469-486. Elsevier.
- Harris, L.M., 2015: Ferret Wellness Management and Environmental Enrichment. VCNA-EAP vol. 18, issue 2 (Wellness and Environmental Enrichment), 233-244. Elsevier.
- Larrat, S., Summa, N: 2021: Ferret Behavior Medicine. VCNA-EAP vol. 24, issue 1 (Behavior), 37-52. Elsevier.