En la especie felina, la agresividad y la eliminación inadecuada son los dos problemas de conducta más consultados en los centros de referencia de medicina del comportamiento1, 2, 3. Si nos fijamos en la agresividad, la prevalencia varía según el estudio, en algunos es más frecuente la dirigida hacia personas2 en otros, la dirigida hacia otros gatos1, 3.
La motivación de las conductas agresivas entre gatos puede ser territorial, por miedo, el juego o predación, la frustración o como conducta redirigida4, 5, 6, 7 , 8. Asimismo, los sistemas emocionales implicados son el de búsqueda y juego social en la agresividad por juego o predación; la frustración, el miedo-ansiedad y el dolor en el resto de agresividades6.
Los signos conductuales observados comprenden desde el lenguaje corporal ofensivo o defensivo, el bloqueo al acceso a zonas o recursos de la casa, las persecuciones y huidas, a las peleas que causan lesiones graves.
El inicio de la conducta agresiva puede variar. En ocasiones puede aparecer alrededor del año de edad coincidiendo con la madurez sexual5. Otras veces, es la introducción de un nuevo gato en la familia, los intentos persistentes de juego del más joven al más sedentario5 o después de visitar al veterinario. Un inicio más agudo se asocia a una agresividad redirigida5, a un problema médico (dolor, hipertiroidismo, olor específico de una enfermedad como otitis o impactación anal, etc.)5, 6, o a un cambio del entorno social o físico5. En la mayoría de ocasiones, la agresión es unidireccional: agresor- víctima5.
¿Es necesario que los gatos convivan con otros gatos?
La respuesta es “NO”, aunque las investigaciones en gatos domésticos indican que algunos se estresan por no vivir con congéneres y otros por vivir con ellos8. El gato doméstico establece relaciones sociales con los humanos y con otros gatos cuando vive en libertad, si bien no hay evidencias del comportamiento social intraespecífico del Felis silvestris lybica (antecesor del gato doméstico), una explicación es que la formación de grupos evolucionara con la domesticación9.
El comportamiento social del gato depende de una serie de factores genéticos y de factores ambientales10, 11. Podemos decir que el gato tiene un sistema social facultativo y que se adapta según las condiciones del entorno y la concentración de recursos9,10,11. Sin embargo, presenta algunas desventajas para la vida social ya que carecen de señales ritualizadas como podemos encontrar en otras especies9. En su caso el frotado y el lamido entre los gatos mantiene la cohesión en las colonias9 y crea un vínculo afiliativo que facilita una relación social duradera entre ellos, además, la dirección de estas interacciones parece ser estable11.
Por otra parte, un gato asilvestrado puede tener un territorio medio de entre 5 a 6.200 km, mientras que a los gatos domésticos se les ofrece un espacio artificial con paredes y puertas en el que tienen que compartir el tiempo con otros gatos10, y no pueden tener la opción de evitarse o de mantener una distancia adecuada5, 6. De hecho, la agresividad entre gatos, es más frecuente si el área de dispersión es más pequeña1.
En hogares con dos o más gatos, ¿cuáles son los indicadores que podrían sugerir un conflicto entre ellos?
- Interactúan por separado con el tutor, evitando el contacto físico5, 9.
- Permanecen en zonas alejadas de la casa 5.
- Se observan atentamente el uno al otro9.
- Se muestran tensos si están en la misma habitación9.
- Duermen en lugares muy separados y no están relajados mientras descansan9.
- Restringen el movimiento del otro gato o lo desplazan5, 6, 9.
- Bloquean el acceso a los recursos al otro gato5, 6.
- Aumento del acicalado5,6.
- Aumento del marcaje con las uñas5.
- Sacudidas de cabeza5.
- Periuria6.
- Gruñen o bufan en los encuentros8, 9 .
- Sacudidas de cola, aplanamiento de orejas, pelo erizado, dilatación de pupilas8.
- Maullidos, postura intimidatoria con miembros rígidos, mirada fija, cola rígida, movimiento hacia el objetivo6.
- Se persiguen o huyen el uno del otro9.
- Ataque o lucha entre los gatos.
La comunicación felina no siempre requiere intervención6. Ahora bien, los ataques frecuentes, los cambios en los hábitos o en la conducta y la aparición de lesiones en uno o más gatos es una señal importante de intervención ya que, entre otras cosas, afecta negativamente a su bienestar6.
Claves para el tratamiento
1. Gestión del entorno cubriendo las necesidades y requerimientos ambientales de la especie felina
Ofrecer un número y distribución de recursos adecuado al número y preferencias de los gatos (consultar la publicación Gemca: Hogares multigato: claves para el bienestar). Aumentar el número de lugares seguros6, facilitar vías de escape8 y dar acceso a más espacio8.
En los casos de agresividad por juego: aumentar las posibilidades de juego, ejercicio físico y estimulación mental5, 6.
2. Medidas concretas
Educar a los tutores en el lenguaje de los gatos para poder interpretar la situación dándoles estrategias de interrupción de conflictos o de juego intenso: tocando el timbre, condicionando un clicker o si la situación es más grave cogiendo a uno de los gatos con una manta o colocándole un cesto encima5. Después del ataque la separación de los gatos debe ser de varias horas hasta que se hayan calmado5.
3. Protocolo de reintroducción
Los gatos reconocen a los miembros de la colonia frente a los que no lo son. Dentro de las colonias las peleas con contacto físicos son muy raras, sí se observan posturas de amenaza y vocalizaciones11, sin embargo, la mayoría de los miembros de la colonia muestran agresividad hacia los gatos desconocidos11,8. No obstante, si los no miembros de la colonia son persistentes en sus intentos de unirse a ella, pueden acabar integrándose en el grupo, pero sólo mediante un proceso gradual que implica un número elevado de interacciones12.
Observando el proceso natural el protocolo de introducción busca habituar al olor, a la visión y a la presencia del gato. Se aconseja su aplicación en la introducción de nuevos gatos en el hogar, después de visitas al veterinario y en los casos de agresividad en los que ha sido necesario separar a los gatos.
1ª Fase: cambio de territorios.
Por uno o varios periodos de tiempo al día, cada uno de los gatos implicados en el conflicto accede a la zona del otro gato para familiarizarse con el olor.
2ª Fase: transferencia de olor.
Se frota un paño en la mejilla y zonas periorales del gato para recoger las feromonas faciales y ofrecérselo al otro gato5, 6. Si el gato lo acepta bien podemos frotárselo para recoger sus feromonas y ofrecerlo al primer gato5, 6.
3ª Fase: adaptación a la visión a través de un cristal o de una rejilla6.
Los gatos empiezan a verse y se les ofrece alguna actividad agradable con una distancia suficiente y en ejercicios cortos, poco a poco se reduce la distancia. El lenguaje del gato, en esta y en todas las fases, es el que indica el avance en la dificultad de la sesión y en el paso de una fase a la siguiente.
4ª Fase: acceso al contacto físico supervisado6, se eliminan las barreras.
5ª Fase: contacto físico sin supervisión6.
En cada una de las fases se realiza una asociación positiva al otro gato en diferentes contextos utilizando las caricias, la comida sabrosa, el juego tranquilo o el cepillado5, 6.
4. Feromonas y psicofármacos
El uso de difusores de análogos sintéticos de feromonas faciales puede resultar de ayuda. Colocarlo en las zonas en las que los gatos permanecen más tiempo6.
En algunos casos es necesario tratar la impulsividad, la ansiedad o el miedo del agresor o de la víctima con psicofármacos7, 8.
¿Cómo lo podemos prevenir?
De forma general, para prevenir esta forma de agresividad se recomienda:
- Valorar la necesidad de adoptar a un nuevo gato.
- Analizar las características del hogar y el entorno cercano.
- Adoptar a gatos emparentados o que han pasado juntos el periodo de socialización.
- Si en la casa viven gatos adultos, no gerontes, adoptar a un gatito joven.
- Evaluar el temperamento y las conductas sociales del gato.
- Aplicar el protocolo de reintroducción en la entrada de nuevos gatos y después de episodios de estrés o de cambios.
Es importante, en resumen, supervisar y si es preciso consultar con un veterinario etólogo la conducta de los gatos que conviven con otros gatos. El comportamiento social del gato es flexible, ahora bien, el estrés social crónico causa una merma en el bienestar del animal que puede repercutir en su estado emocional derivando en problemas de salud o de conducta1.
Pilar Garcia Belmonte
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