¿Qué es el juego y por qué juegan nuestros perros?
El juego es una actividad lúdica que implica estados emocionales placenteros y sirve para el desarrollo de las habilidades motoras que serán útiles para la supervivencia, como las involucradas en la lucha, la exploración del ambiente, la conducta de caza o la conducta sexual. Pero también tiene un papel muy importante de cohesión social, aumentando la familiaridad entre individuos y reduciendo las interacciones agonísticas dentro del grupo1.
La mayoría de los animales dejan de jugar cuando llegan a la edad adulta y centran su tiempo en alimentarse, protegerse o reproducirse. No obstante, algunas especies animales como el perro o el gato doméstico lo siguen haciendo durante su edad adulta2. El hecho de tener cubiertas sus necesidades y no estar expuestos a peligros les permitiría dedicar tiempo al juego. Pero también la domesticación y la consecuente neotenia (retención de caracteres juveniles en la etapa adulta) son algunos de los motivos por los que se ha mantenido dicha conducta de juego, especialmente en los perros adultos2,3. Durante el inicio de la domesticación se habría seleccionado a los perros más juguetones, dando lugar a perros más predispuestos al aprendizaje e interacción social para la realización de sus tareas. Muestra de ello son los actuales perros de pastoreo y de razas deportivas, quienes muestran niveles significativamente más altos de comportamiento de juego dirigido por humanos que los perros de razas no deportivas y de razas toy2.
A continuación, se describen los principales tipos de juego en perros: el juego solitario con objetos, el juego social entre perros y el juego social entre perros y personas.
Juego solitario con objetos
Tanto en los perros como en los gatos, el juego con objetos inanimados está relacionado, estructural y motivacionalmente, con la conducta de caza3.
En los perros, hay diferencias en la manera de jugar con objetos, en función de la raza. Por ejemplo, los perros perdigueros (retrievers) muestran más juego solitario con objetos que las razas de guarda o de pastoreo. Esto es debido a la selección genética realizada para potenciar o inhibir partes de la secuencia de caza que sean útiles para el trabajo que desempeñan4.
Promover en nuestro perro el juego solitario con objetos, puede ayudarle a generar conductas independientes y a reducir las demandas de atención por juego o la destructividad. Tendremos por tanto que analizar qué preferencias tiene nuestro perro y cuáles son los juguetes que lo motivan a jugar solo. Normalmente, prefieren juguetes que se puedan romper, que emitan un cierto ruido y que tengan un movimiento inesperado5,3. Para ello existen en el mercado multitud de mordedores de diferentes materiales y texturas, así como pelotas o muñecos con sonido. Sea cual sea el juguete elegido, y a pesar de poder romperlos, debemos asegurarnos de que no lleguen a ingerir partes no comestibles ya que podría suponer un riesgo para su salud.
Si a nuestro perro le cuesta jugar solo podemos probar con juguetes interactivos donde podamos esconder comida en su interior, de forma que el perro tenga que averiguar cómo obtenerla a través de la exploración con la boca y las patas.
Es recomendable que el perro tenga siempre a su disposición juguetes para entretenerse solo si no queremos que juegue con nuestros objetos personales. No obstante, pueden aburrirse de ellos, por lo que es recomendable hacer una rotación semanal de juguetes para mantener el interés sin necesidad de estar comprando juguetes nuevos cada poco tiempo.
Juego social entre perros
El juego físico entre perros suele ser similar a una “pelea” e incluye vocalizaciones, revolcones, persecuciones y contacto físico. Parece que estos juegos de “pelea” entre perros sirven más para mantener la cohesión social que para medir fuerzas o establecer jerarquías, ya que cuando dichas fuerzas se invierten suelen mantenerse las mismas reglas de juego entre ellos3.
Los perros usan la postura de invitación al juego (agachan la parte delantera y mantienen levantada la parte trasera del cuerpo) para indicar que las interacciones que le siguen se dan en un contexto de juego, evitando así que se generen malentendidos con sus compañeros de juego.
Se sabe que los juegos entre perros que ya han jugado previamente son más duraderos que entre perros desconocidos6. Cuando la relación entre compañeros de juego está bien establecida se comparten unas mismas reglas de juego, específicas entre esos dos individuos y que no tienen por qué ser iguales con otros compañeros de juego3. Sin embargo, un juego fuertemente asimétrico, en el que el más débil siempre muestra las posturas de sumisión, puede reducir la motivación por el juego del perdedor, como pasa con frecuencia en el juego con humanos3 (ver a continuación).
También se sabe que los perros aprenden de la observación de los juegos de otros perros3, y que el juego induce a un fenómeno de contagio social dentro del grupo7. Por ello, dejar que los perros tímidos o cachorros observen el juego hasta que se sientan preparados para participar puede constituir un buen aprendizaje para ellos.
En el juego intra-específico con juguetes los perros tienen mayor tendencia a coger el juguete y quedárselo sin compartir con el otro perro, en comparación con el mismo juego con humanos, que es más colaborativo y tiene una motivación social3,8. Por tanto, si nuestro perro tiene tendencia a proteger sus juguetes será mejor evitar sacarlos cuando haya otros perros presentes.
Juego social con personas
El juego social, como otras interacciones positivas entre perros y humanos, produce cambios neurofisiológicos tales como el aumento de beta-endorfinas, oxitocina, prolactina, beta-feniletilamina y dopamina9, que a su vez generan sensaciones placenteras en ambos, refuerzan el vínculo y reducen el cortisol (hormona del estrés)3.
Sin embargo, si se aplican continuas correcciones durante el juego los niveles de cortisol aumentan después del juego en lugar de disminuir10. Por tanto, es importante remarcar que cualquier riña o corrección por parte del humano durante el juego anulará los efectos positivos que genera el propio juego3. Además, se ha demostrado que los perros entrenados con castigo interactúan menos durante el juego con sus propietarios11, lo cual puede ser un reflejo de un vínculo humano-perro deteriorado.
Comunicación durante el juego entre perros y personas:
La manera en que las personas incitan al juego a los perros puede ser muy variada y estos aprenden a interpretar las señales que usan de manera repetida sus tutores8. Los perros, por su parte, suelen usar la postura de invitación al juego, pero también pueden aprender otras maneras de reclamar juego a los humanos, repitiendo aquellos comportamientos que consiguen captar nuestra atención. Por ello, es importante recompensar aquellos comportamientos deseados para solicitar juego, como traer un juguete, y no potenciar aquellos comportamientos molestos como ladrar, morder o saltar, pero evitando la aplicación de riñas o correcciones.
Si siempre es el perro quien inicia las interacciones, incluido el juego, puede que se convierta en un individuo exigente y que no respete nuestros tiempos de descanso. Establecer una rutina diaria de juego, así como señalar (con palabras o gestos) el inicio y el final del juego social serán la clave para tener un mayor control y predictibilidad sobre el momento de juego, tanto para el perro, como para la familia.
Parece ser que tener una actitud activa (con movimiento) durante el juego, mostrar gestos de afecto como sonreír o tener contacto físico agradable (caricias o rascado) durante el mismo, ayudan a generar una mayor diversión para ambas partes12. Así que la mejora manera de que el perro disfrute del juego es que nosotros también disfrutemos de él.
Tipos de juego social entre perros y personas:
Los juegos sociales entre humanos y perros son muy variados e incluyen lanzar y traer juguetes, juegos de “tira y afloja”, el pilla-pilla, el escondite, juego físico, etc.
Durante muchos años se ha considerado que los juegos de tira y afloja podían generar en el perro una mayor probabilidad de conflicto por competencia de recursos, pero se ha demostrado que esto no es así8. De hecho, los perros a los que se les deja ganar repetidas veces en el tira y afloja se muestran más juguetones que aquellos que siempre pierden en dicho juego8. La explicación podría ser tan simple como que ganar es más satisfactorio que perder3.
Además, se ha visto que en el juego social con juguetes el perro tiende a entregar el juguete al humano para continuar el juego, siendo un juego colaborativo con una motivación principalmente de interacción social más que de posesión del objeto3,8.
Es recomendable aprovechar el juego con juguetes para enseñar al perro a soltar los objetos que tiene en la boca cuando se le indica. Para aquellos perros a los que les cueste más podemos enseñarles a soltar haciendo un intercambio de juguetes. A otros, en cambio, les funcionará mejor esperar a que ellos mismos suelten el juguete para seguir jugando con nosotros. En cualquier caso, usaremos siempre un tono amable, sin generar competencia por el objeto y recompensado con más juego en el momento en que suelte el juguete.
También podemos usar el juego como una herramienta para potenciar el aprendizaje, pues se ha demostrado que una actividad de juego de unos 30 min después de aprender una nueva tarea, mejora el rendimiento cognitivo y la memoria13.
En cuanto al juego físico, los estudios también descartan que conduzca a conflictos jerárquicos con las personas. No obstante, no es recomendable potenciarlo en perros de gran tamaño dado que pueden hacer daño de manera involuntaria, sobre todo cuando el juego se dirige hacia niños o personas mayores. Tampoco es bueno potenciar el juego con las manos, especialmente en aquellos cachorros que tienen dificultades para el control de la fuerza de sus mandíbulas.
Por último, cabe destacar que la presencia de juego social con otros perros no disminuye la necesidad de juego social con las personas14. Así que debemos jugar con nuestro perro a diario, aunque tenga otros compañeros caninos de juego, ya que la calidad y cantidad de juego entre el perro y el humano es indicativa de la calidad del vínculo entre ambos3.
Conclusiones
Los perros están genéticamente predispuestos a jugar durante toda su vida, pero es nuestro deber proporcionarles los momentos y las herramientas para el juego diario. Se recomienda fomentar los tres tipos de juego: el juego solitario con objetos, el juego social con otros perros y el juego social con la familia.
Aportar una rutina diaria de juego, sin riñas o correcciones, les proporcionará enormes beneficios tales como la reducción de la destructividad y de la hiperactividad, el desarrollo de conductas menos dependientes, el aumento de ejercicio físico diario, la mejora de la socialización y del vínculo, la reducción del estrés y, en general, una mejora en su bienestar.
Y no solo mejorará la calidad de vida del perro, sino también la de su familia. Y es que los estudios confirman que aquellas personas que realizan más actividades diarias con sus perros, como jugar o pasear, son aquellas que perciben una relación con su perro más satisfactoria y presentan unos menores niveles de estrés15,16.
Así que… juega cada día con tu perro y disfruta de ello, porque os hará más felices a ambos.
Preparados, listos… ¡a jugar!
Helena Varella
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