Introducción
Si pensamos en una niña con su perro, rápidamente nos los podemos imaginar jugando a la pelota, es decir, puro juego y amistad. Efectivamente, la faceta lúdica y el vínculo estarán presentes en el abordaje de las actividades que pueden realizar los niños con sus compañeros peludos. Sin embargo, podemos ir más allá y ampliar los objetivos.
Según el contexto, éstos podrán ser tan concretos como un progreso en una terapia si existe alguna necesidad especial en el menor, como más generales, por ejemplo, una buena convivencia en un ámbito familiar en el que convivan niños y animales. En cualquier caso, veremos que la calidad de estas actividades depende de la presencia de profesionales cualificados o de un buen asesoramiento para guiar a las familias.
En este artículo repasaremos diferentes tipos de actividades, abordando primero las que van dirigidas a aprendizajes en el niño, y posteriormente las que apuntan a ambos, animales y niños.
1. Actividades dirigidas al niño
En un ámbito profesional, la planificación y ejecución de estas actividades tendrá en cuenta las necesidades y/o objetivos a lograr, ya sean a modo de terapia como a modo de desarrollo y educación. En un ámbito familiar el abordaje puede ser más espontáneo.
- Intervenciones Asistidas con Animales:
Las IAA incluyen las actividades terapéuticas, las actividades educacionales, de ocio y finalmente las actividades de coaching1. Todas ellas requieren de la presencia de un profesional, tanto del lado del niño (sanitario en el caso de terapias, docente para la educación o monitor en el ocio), como del lado del animal (experto en IAA). El animal actuará como un facilitador de los avances buscados en el niño.El marco de las actividades de ocio es lúdico. Sin embargo, aunque no se busquen resultados tan formales (concretos) en el desarrollo o formación de los niños, los profesionales del ocio, al diseñar las actividades, las adaptan a toda una serie de criterios entre los cuales están la edad del/los menores y las habilidades a las que apunten (psicomotricidad, cognición, relaciones sociales…)2,3. Ejemplo de estas actividades pueden ser las interacciones con animales de granja, caballos o perros, en las que el contacto directo con los animales favorece un verdadero aprendizaje de su dimensión, comportamiento y forma de comunicación, así como el desarrollo de la empatía tanto hacia los animales como hacia los propios humanos4,5. En este sentido cabe tener en cuenta las etapas de maduración de la empatía, en las que primero el niño aprenderá a identificar las emociones (antes de los 8 años) para llegar a ponerse en el lugar del otro6.
- Actividades familiares sin animales:
En el día a día las familias que deseen saber más sobre los animales también puedan realizar actividades alrededor de esta temática, aunque no sean tutores de animales en casa. El conocer y entender sus necesidades, aun sin tener una interacción directa, también ayuda en la creación de una empatía hacia ellos7. Por otro lado, a través de estas actividades, los adultos pueden prevenir situaciones conflictivas en la convivencia mediante una educación en lenguaje del perro (y del gato) y cómo actuar delante de señales de incomodidad del animal. Entre las posibles actividades sin intervención de animales encontramos: -
- Lectura de libros8,9 y visionado de documentales
- Juegos simbólicos recreando situaciones del día con el animal10, figurar comunicarnos como ellos con orejas y colas postizas…
- Manualidades dirigidas a los animales. Se trata de confeccionar ítems de enriquecimiento para animales: circuitos de olfateo, juguetes de caza, de tira y afloja, rascadores, refugios…11
2. Actividades dirigidas al niño y al animal
En este caso serán los dos los que se beneficien de las actividades. Dada la importancia del juego en el enriquecimiento ambiental del animal, una de las preguntas que se realizan en la anamnesis es sobre el tipo de juego que llevan a cabo12. En los cursos de cachorros suelen ser incluso los tutores mismos quienes preguntan qué tipos de juego pueden realizar, más aún si hay niños en casa, ya que los momentos de juego suponen un reto en la interacción. En efecto, según la edad del niño2 y del animal12, por el mero hecho de la etapa de desarrollo en la que se encuentren y, por lo tanto, del nivel de control psicomotor y regulación emocional, los tutores deberán supervisar esos juegos para modular su intensidad y garantizar un momento de diversión para todos. A continuación, presentamos algunas opciones:
- Juego:
Tanto con los gatos como con los perros existen unas reglas que han de cumplir los juegos para obtener una máxima diversión, seguridad y aprendizaje. Aquí haremos hincapié en los juegos de olfato, en los que podemos utilizar los ítems previamente fabricados. En los circuitos de olfateo podemos incluir mantas, objetos reciclados como rulos de papel de cocina, cajas de cartón, papeles, toallas viejas… Los beneficios de estos juegos son múltiples y transversales: reutilización de materiales, desarrollo cognitivo de los niños durante la planificación de circuitos, trabajo de la psicomotricidad fina y creatividad durante la fabricación de los ítems3, además, es una actividad relajante para perros y gatos que permite la canalización de la conducta de exploración y caza12.
Los juegos más dinámicos (tira y afloja, juegos de escondite, carreras de obstáculos…), por su parte, favorecen la actividad física en los niños y animales13.
- Deporte:
Los deportes caninos ofrecen un elemento a considerar para estimular diferentes habilidades físicas y mentales del perro, y con amplios beneficios en el vínculo. El Agility, concretamente, tiene una categoría dedicada a los menores dividida en tres franjas: J12, para guías menores de doce (12) años; J15, para guías de doce (12) a catorce (14) años; J19, para guías de quince (15) a dieciocho (18) años14.
Cabe recordar la necesidad de crear un entorno de entrenamiento amable, respetando el ritmo de aprendizaje del perro y del niño. Propondremos pues, sobre todo en el grupo de los más jóvenes, sesiones muy lúdicas, con pausas frecuentes y mucho refuerzo por parte del monitor3.
- Lectura:
El leer en voz alta para un animal facilita en el niño el aprendizaje de la lectura15,16, al tiempo que supone una interacción tranquila con el animal.
- Cuidados:
Cepillar, limpiar ojos y oídos, pasear… todas estas acciones necesarias para el cuidado del animal pueden ser realizadas por los niños, siempre de manera respetuosa, previo aprendizaje y supervisión de sus padres, y adaptándolas a la edad del menor2,16.
Los animales se benefician de estos cuidados reforzando el vínculo con sus tutores, socializando con su entorno y manteniéndose en buen estado de salud12.

Blowearts
Conclusiones
Las posibilidades de actividades que los niños pueden realizar alrededor del mundo animal son muchas, y será responsabilidad de los tutores encontrar la que más se adapte a las necesidades y gustos de todos.
Para ello, el asesoramiento por profesionales permitirá ampliar el abanico de opciones y seleccionar las propuestas más adecuadas, optimizando los beneficios y aprendizajes que conllevan estas interacciones.
Finalmente, estas actividades también forman parte del aprendizaje de una tenencia responsable, promoviendo su bienestar y cuidado adecuado.
Elsa Fernández
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