Evitar el dolor es importante para garantizar el bienestar del paciente felino y una ayuda para mejorar el vínculo entre el gato, el tutor y el veterinario. De ahí, la importancia de hablar sobre este tema abiertamente centrándonos en reconocer el dolor en nuestros pacientes y compañeros felinos.
A lo largo de este artículo vamos a:
- Definir y clasificar el concepto de dolor.
- Mostrar las herramientas para su identificación en gatos.
1. Definición y clasificación del dolor
El dolor se define como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a la asociada con, daño tisular real o potencial. Se trata de un mecanismo de protección que implica cambios fisiológicos y de comportamiento.
Clasificaremos el dolor de dos formas distintas atendiendo al tiempo de duración (agudo o crónico) y función (adaptativo o mal adaptivo) dentro de lo cual, dividiremos el dolor según la causa que lo hace aparecer (inflamatorio, nociceptivo, neuropático o funcional).
El dolor agudo es aquel que aparece tras una lesión y dura hasta la curación de esta. Todos los dolores agudos son adaptativos ya que su finalidad es evitar que el daño empeore potenciando su recuperación. Son dolores reversibles.
Englobados en el dolor agudo se encuentran el dolor nociceptivo por activación de los receptores neuronales periféricos ante un estímulo doloroso (trauma, calor, frío…) y el dolor inflamatorio por la activación del sistema inmune en respuesta a un estímulo dañino o infeccioso.
El dolor crónico es aquel que permanece más allá de lo esperado en el dolor agudo y, en los gatos, atiende a ser una combinación de dolor adaptativo/inflamatorio y mal adaptativo. El dolor mal adaptativo se produce debido a diversos cambios a nivel del sistema nervioso que pueden aparecer a la vez que el dolor agudo. No es reversible ni tiene función, pero sí produce hiperalgesia y alodinia. Cuando el dolor es causado por una lesión directa del sistema nervioso central o periférico hablamos de dolor neuropático y cuando existen alteraciones en el reconocimiento y procesamiento del dolor lo clasificamos como dolor funcional.
La existencia de tantos tipos distintos de dolor hace que su tratamiento SIEMPRE tenga que abordarse desde un punto de vista MULTIMODAL en el que puedan combinarse distintos fármacos (antiinflamatorios no esteroideos, opioides, anestésicos locales u otros analgésicos coadyuvantes como la gabapentina), terapias no medicamentosas (fisioterapia, rehabilitación física, acupuntura o nutracéuticos) y cambios en el entorno que faciliten el día a día del felino.
2. Herramientas para identificar el dolor en gatos
Averiguar si un gato presenta dolor no es tarea sencilla debido a la naturaleza propia de la especie que le lleva a no mostrar signos de dolor evitando dar impresión de vulnerabilidad. De todas formas, si algo tiene claro la comunidad científica es que el comportamiento y el lenguaje corporal son clave.
Las herramientas se dividen en:
- Escalas de medición del dolor: De uso más clínico.
- Cambios en la conducta normal del gato: Identificados por el clínico a través de una anamnesis exhaustiva en la que se indagará a cerca de comportamientos relacionados con el dolor que el tutor pueda ver en el hogar.
Las escalas de medición del dolor que ayudan al profesional a evaluar el dolor en el centro veterinario resultan especialmente útiles en el área de hospitalización y se deben de tener muy en cuenta tras procesos quirúrgicos.
Las tres más representativas son:
- UNESP – Botucatu: Cuenta con 10 variables distintas (postura, comodidad, actividad, actitud, reacción a la palpación de la herida y del abdomen, presión arterial, apetito, vocalización y otros comportamientos). Cada elemento se puntúa del 0 al 3 donde 0 indica que no existen cambios y el 3 el cambio más marcado. Si tenemos una puntuación mayor de 7 necesitaremos revisar la analgesia.
- Escala de dolor de Glasgow para gatos: Cuenta con 7 variables en las que se atiende a conductas espontáneas y evocadas, interacciones con el animal y observaciones clínicas. Si tenemos una puntuación mayor de 5 necesitaremos revisar la analgesia.
- Feline Grimace Scale (FGS): Cuenta con 5 variables (posición de orejas, orientación de los ojos, tensión en el hocico, bigotes y posición de la cabeza). Cada variable puntúa de 0 a 2 siendo 0 ausencia de signo y 2 presencia marcada de signos. Si el sumatorio es mayor a 0,4 deberemos revisar la analgesia de nuestro paciente.
Aunque las escalas son una herramienta útil en el ambiente hospitalario, una anamnesis exhaustiva sigue siendo la mejor opción para la evaluación del dolor, sobre todo, del dolor crónico.
En esta anamnesis completa tenemos que averiguar aquellos cambios en el comportamiento habitual del felino que el tutor haya observado en casa. Los aspectos a tener en cuenta serán los siguientes:
- Disminución de la actividad y tolerancia al ejercicio: El gato se vuelve más reacio a jugar y comienza a pasar más tiempo dormido o reposando.
- Dificultad para caminar, subir escaleras, saltar o levantarse: El gato deja de acceder a puntos en altura dónde solía pasar tiempo limitando el uso total del territorio.
- Cambios en la conducta de acicalamiento: Disminución por dolor crónico que provoca malestar generalizado o incapacidad de hacer ciertos movimientos. Aumento ante un dolor localizado como el padecido por cistitis (lamido excesivo en la zona abdominal) o artrosis en alguna extremidad (lamido excesivo en la zona articular afectada).
- Cambios en los hábitos de micción o defecación: Eliminaciones fuera del sitio indicado para ello o alteración de la conducta normal en el mismo arenero. Se puede hablar de una incapacidad para acceder cómodamente al arenero (gatos con problemas de osteoartrosis en areneros altos) o una asociación de la bandeja de arena con dolor al utilizarla. Por ejemplo, animales que han padecido cistitis o problemas gastrointestinales.
- Cambios en la interacción con miembros de la familia (humanos u otros animales): El dolor crónico produce una respuesta de estrés crónico que, entre otras cosas, disminuye la secreción de serotonina. Por ello, se verá aumentada la irascibilidad y, con ella, la probabilidad de mostrar conductas agresivas ante ciertas manipulaciones. También podemos apreciar conductas agresivas sin motivación o causa aparente
Todos estos cambios pueden sucederse de manera gradual y que, de primeras, el tutor no sea capaz de identificarlos. Por ello, es de vital importancia realizar una anamnesis concienzuda cuando un paciente felino viene a consulta.
En conclusión, atender a las variaciones del comportamiento habitual del gato es imprescindible para una detección precoz del dolor. Ante una alteración del comportamiento no podemos descartar una patología física y la aproximación diagnóstica debe realizarse desde un punto de vista global.
María Fuencisla Martínez
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