¿Cuántas veces hemos sacado el trasportín del recóndito armario donde lo guardamos y en ese momento nos hemos dado cuenta de que el gato se ha escondido?
Después de un largo rato buscando al gato por toda la casa, agobiados por llegar al veterinario a tiempo, algunos tutores intentan meterlo por la fuerza en el trasportín.
En algunos casos, después de llevarse varios arañazos profundos, los propietarios deciden que la lucha no merece la pena y anulan la cita. Las revisiones, como mínimo anuales, al veterinario para valorar su estado de salud, aplicar las respectivas vacunas y desparasitaciones, y poder detectar de forma precoz problemas de salud, son algunas de las ventajas para el animal, que mejorará su calidad y esperanza de vida.
En otros casos, al final lograrán llevarlo al veterinario, pero a costa de un sufrimiento intenso del animal. Los gatos son muy sensibles y se estresan al salir de su zona de seguridad. Si encima esta operación se realiza de manera agresiva o invasiva, la experiencia se vuelve todavía más traumática tanto para la mascota como para el tutor. El estrés agudo puede generar problemas de agresividad, comportamientos compulsivos como acicalamiento excesivo, autolesionarse, problemas urinarios de origen agudo. El estrés crónico en los gatos puede traducirse en problemas físicos como cistitis, brotes de herpesvirus, trastornos digestivos o problemas agudos cuando existen ya enfermedades respiratorias. Además de problemas de comportamiento como agresividad defensiva o redirigida.
También, hay que tener en cuenta que después de una primera experiencia tan nefasta, el gato asociará el trasportín con situaciones negativas y cada vez será más difícil llevarlo al veterinario.
En este artículo daremos algunos consejos y pautas para poder hacer del trasportín un elemento positivo y lograr que el desplazamiento y las visitas al veterinario sean lo más agradables posible. Además, hablaremos sobre algunos medicamentos (previa exploración del veterinario) que pueden hacer que la experiencia en la clínica sea menos traumática.
El trasportín
El primer aspecto a tener en cuenta es el modelo de trasportín. Es fundamental hacer que el gato se sienta protegido dentro. Deberemos escoger uno que sea cómodo, suficientemente grande para que nuestro gato pueda acomodarse a su gusto sin estar apretado y de fácil apertura (los transportines en el que la parte de superior se puede quitar, son los mejores, suelen conocerse como los rígidos). También es importante que sea lo suficientemente rígido para soportar el peso del animal. Durante el transporte hay que evitar los movimientos bruscos que hagan nuestro gato vaya de lado a lado. Otro punto a favor, desde el punto de vista de los veterinarios, es que nos permite evaluar al gato desde fuera, explorándole en su zona segura. Siguiendo todos los parámetros antes mencionados, los transportines duros, con una tapa que se abre a través de pestañas, paredes cerradas, ventilación a través de rendijas, tamaño suficiente para que nuestro gato pueda acomodarse sin sentirse apretujado, son la mejor opción.
Tras elegir el modelo adecuado, el segundo aspecto a trabajar es la desensibilización del gato frente al transportín. El objetivo es que lo asocie con experiencias positivas y, para lograrlo, necesitamos que sea una parte más del mobiliario de la casa. La mejor recomendación es que, al principio, se retire la parte de arriba y se pongan las mantas que le gustan al gato, juguetes, chuches… El objetivo es que se sienta cómodo y lo considere una zona de caricias y tranquilidad. Una vez que nos aseguramos de que el gato ha asociado el trasportín con situaciones agradables, pondremos la parte de arriba, sin la puerta, y seguiremos trabajando de la misma manera. El siguiente paso es agregar la puerta, pero sin cerrarla, y repetir las mismas pautas. Con esta desensibilización paulatina, conseguiremos que nuestro gato sea capaz de entrar en el trasportín sin lucha y su experiencia no comenzará desde el primer momento como algo estresante que le genera pánico.
El traslado a la clínica veterinaria
La seguridad durante el traslado tiene una enorme importancia. Una vez dentro del trasportín, con sus respectivas mantas y juguetes, debemos comprobar a fondo que todas las pestañas están bien cerradas y que la puerta está bloqueada. Después, cubriremos el trasportín con una manta o toalla. En la oscuridad, el gato se sentirá más seguro y protegido.
El trasportín con el gato dentro debe agarrarse con ambas manos. Es más seguro sostenerlo desde abajo (y no desde la agarradera).
Si el transporte es en nuestro coche, intentaremos que esté en una zona firme y plana.
Si lo vamos a transportar caminando, lo más recomendable es utilizar un carrito. Sujetar el trasportín con cuerdas elásticas al citado carrito reducirá el movimiento y hará que el gato se sienta más seguro.
En la clínica veterinaria
Siempre que no sea una urgencia, es muy recomendable pedir cita previa. Eso reducirá el tiempo de espera y permitirá que el veterinario organice las consultas con previsión para intentar ahorrar al gato ciertas situaciones estresantes en la sala de espera, como ladridos, lloriqueos o gritos. Si es posible facilitarle una zona silenciosa sin otros animales cerca, estará mucho mejor.
Regreso de la consulta
La vuelta de la clínica hará que el gato llegue a casa en una situación anómala. Ya sea simplemente con olores nuevos, con cirugías que requieren mallas postquirúrgicas o con algún signo de sedación o anestesia (según el tratamiento recibido), en todos los casos se tratará de una situación inusual ante su vida cotidiana. Por eso, si tenemos otros gatos, es importante que no se junten hasta que el que llega se haya relajado, acicalado y recuperado de los efectos secundarios de algunos fármacos. De esta manera, evitaremos un conflicto que pueda escalar en agresividad entre nuestros gatos.
Lo más recomendable es que antes de salir de casa, tengamos una habitación ya acondicionada con arenero, agua, comida, con luz tenue y poco ruido. Así al volver, podremos ir directamente y dejar el trasportín con la puerta abierta, para que nuestro gato decida cuando quiere salir.
Casos especiales
Como recomendación específica para ciertos gatos especialmente nerviosos y miedosos, que, a pesar de realizar todo lo anterior, siguen sufriendo estrés en las visitas al veterinario, existen varias alternativas para un tratamiento previo a la consulta. Antes de administrar cualquier fármaco, es necesario que el veterinario haya realizado una exploración. Si tu gato lo pasa mal en las visitas, aborda este tema con tu veterinario/a para que pueda recomendarte tratamiento previo para la siguiente visita. Entre las indicaciones más comunes se encuentran:
- Feromonas. Las feromonas faciales felinas se secretan naturalmente de las glándulas de la cara del gato y generan señales importantes de seguridad y familiaridad. Existe una versión sintética, que es común en todos los gatos domésticos, disponible en aerosol o difusor. Se puede rociar el transportín 15-20 minutos antes de que el gato entre.
- Gabapentina. Administrada por vía oral, ha demostrado ser efectiva en la reducción de la ansiedad, el estrés y la agresividad durante el transporte y el examen en la consulta.
- Trazodona. Administrada por vía oral. Al igual que la Gabapentina, disminuye la ansiedad y el estrés.
- Pregabalina. Administrada por vía oral. Es eficaz en disminuir el miedo y la ansiedad aguda.
Como es lógico, todas estas medicaciones deben ser administradas siguiendo estrictamente las recomendaciones del veterinario y con la antelación pautada.
En algunos casos, en los que es imposible medicar por vía oral al gato, antes de la visita veterinaria o en animales en los que aunque se les administre algún psicofármaco, sigue siendo imposible poder explorar o realizar ciertas pruebas que pueden ser dolorosas o muy incómodas para el paciente, estará recomendada la sedación en la clínica. A los cuidadores o tutores es lógico que les intranquilice esa palabra. Si no es posible explorar al animal y hacerle pruebas, será muy complicado acertar en el diagnóstico y el tratamiento. Será pues el profesional veterinario quien, evaluando las ventajas y los inconvenientes, os propondrá mejor opción.
Resumen
Con estos sencillos consejos, podemos lograr que la experiencia de preparación, traslado y consulta en la clínica veterinaria sean lo menos traumáticas posibles para los gatos y los tutores. Todo lo que invirtamos en bienestar animal durante los momentos estresantes, evitará que más adelante nuestro gato presente más tarde problemas orgánicos o alteraciones en el comportamiento como consecuencia del estrés.
Aoife Ortega O’Sullivan
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