Siempre que se realiza un diagnóstico de un problema de comportamiento es necesario valorar la existencia de patologías orgánicas que puedan ser las causantes o que puedan exacerbarlo. Para ello, será necesario llevar a cabo diversas pruebas complementarias como exploración física completa, exámenes traumatológico y neurológico, urianálisis y analítica sanguínea que incluya parámetros hormonales, ya que, dentro del diagnóstico diferencial deberemos incluir entre otros, los problemas endocrinos.
A continuación, se explicarán algunos de los más frecuentemente relacionados con los cambios de comportamiento: hipotiroidismo, hiperadenocorticismo o Síndrome de Cushing, hipertiroidismo en gatos y la diabetes.
Hipotiroidismo
Las anormalidades estructurales o funcionales de la glándula tiroides pueden derivar en una producción deficiente de las hormonas tiroideas.
Éstas modulan la actividad de la noradrenalina, serotonina y sus receptores, por lo tanto, el hipotiroidismo puede alterar la actividad de estos neurotransmisores en el SNC y causar problemas de comportamiento.
Las manifestaciones clínicas más comunes se desarrollan a edades entre los 2 y 6 años, aunque en razas predispuestas (Bóxer, Caniche, Dachshund, Pinsher, Gran Danés, Golden Retriever, Schnauzer miniatura, Setter irlandés) puede aparecer en animales más jóvenes1.
Los cambios de comportamiento y el hipotiroidismo se han asociado en medicina humana desde el siglo XIX. Existe una amplia gama de signos clínicos tales como: función cognitiva y concentración reducidas en las primeras etapas de la enfermedad, deterioro de la memoria a corto plazo, alucinaciones visuales y auditivas, miedo, cambios de humor, agresividad.
En perros, se han visto manifestaciones clínicas similares, fundamentalmente en animales en los que el hipotiroidismo no manifiesta los signos típicos como problemas cutáneos, letargia, obesidad… por lo que se podría pensar que aparecen en fases tempranas de la enfermedad. Los cambios de comportamiento que muestran los perros con hipotiroidismo son variables y dependen de la edad del individuo.
La agresividad es uno de los signos clínicos conductuales más reconocidos. Puede aparecer de forma repentina y en ocasiones puede presentarse como una agresividad difícil de contextualizar, que no siga un patrón concreto.2
Otro signo clínico es el miedo, pudiendo mostrar ansiedad en situaciones nuevas o con personas y perros desconocidos, negándose a caminar sobre determinados tipos de superficies y manifestando fobias no presentes con anterioridad, siendo la más frecuente la fobia a tormentas.
Existe también un grupo de signos clínicos dentro de los que se incluyen incremento del tiempo de sueño, búsqueda de fuentes de calor, reducción del olfato, de la audición y la agudeza visual, que, si bien se podrían atribuir a deterioro causado por la edad o por alguna demencia como el síndrome de disfunción cognitiva, sí se resuelven con el tratamiento del hipotiroidismo.
Hipertiroidismo felino
El hipertiroidismo es el problema endocrino más frecuente en gatos.3
Es un proceso multisistémico resultante de la excesiva producción y secreción de T3 y T4 por la glándula tiroides, y casi siempre es consecuencia de una enfermedad en uno o ambos lóbulos tiroideos.1
Afecta fundamentalmente a gatos de más de 8 años, siendo la edad media de presentación los 13 años.
A diferencia del hipotiroidismo canino, son raros los casos en los que el único signo clínico sea el cambio de comportamiento. La manifestación clínica más frecuente sería la agresividad, presente en aproximadamente un 25% de los casos y acompañada de pérdida de peso, polidipsia o polifagia.4 Algunos autores la relacionan con un incremento de la actividad y en otras ocasiones aparece en contextos poco claros o es impredecible. En este contexto, sería necesario incluir en el diagnóstico diferencial esta patología tiroidea.
Hiperadrenocorticismo o síndrome de Cushing
El hiperadrenocorticismo es una patología relacionada con una producción excesiva de corticoides causada fundamentalmente por la presencia de un tumor en la glándula pituitaria o en las glándulas adrenales o también con origen yatrogénico, es decir, por reacciones adversas derivadas del uso de medicamentos.
Se desarrolla en perros mayores de 6 años, con una edad media de 10 y es más frecuente en perros de raza pequeña.1
Los corticosteroides están directamente relacionados con la respuesta al estrés. Todo parece indicar que la exposición a tratamientos con corticosteroides sistémicos puede estar relacionada con estados emocionales negativos.5 Por lo tanto, es probable que la elevación consecuencia del síndrome de Cushing, también lo esté.
En medicina humana se asocian a un mayor riesgo de suicidio, delirio, confusión, desorientación y trastornos de pánico.
En perros, este tipo de sintomatología sería difícil de diagnosticar y fundamentalmente, se relaciona con un incremento de la agresividad o irritabilidad, a respuestas más intensas de miedo y a problemas en la memoria y cognición.
Se ha visto una correlación entre el hiperadenocorticismo y el síndrome de disfunción cognitiva, ya que la exposición prolongada a glucocorticoides sistémicos se asoció con cambios cognitivos y de comportamiento más intensos y fundamentalmente los que afectan a la memoria, ansiedad y conductas compulsivas.6 Existe, por lo tanto, un mayor deterioro cognitivo en animales que padecen esta patología.
Otro de los signos clínicos del Cushing es el incremento de la ingesta de agua (polidipsia) y el aumento de la frecuencia de las micciones (poliuria). Los tutores, por lo tanto, pueden reportar una pérdida de hábitos higiénicos. Además, es una enfermedad que habitualmente afecta a animales geriátricos, de más de 10 años, a edades en las que también podría empezar a manifestarse el síndrome de disfunción cognitiva. Es necesario establecer un diagnóstico diferencial entre ambos ya que en las dos situaciones los animales se levantan por la noche para eliminar.
Diabetes
La diabetes es un conjunto de patologías que tienen como denominador común el aumento de la glucosa en sangre, bien sea por un incremento en su producción, por una menor generación de insulina o por una resistencia a su acción.
Los signos clínicos más frecuentes son: polidipsia, poliuria y un incremento de la ingesta de comida (polifagia).
Al igual que en Síndrome de Cushing, al incrementarse la frecuencia de las eliminaciones los tutores lo que pueden detectar es una pérdida de los hábitos higiénicos.
El aumento en el apetito y la ingesta de alimento puede derivar en un problema de protección de recursos con la comida.
Además, si hay problemas de cetoacidosis el estado mental puede verse alterado.
Conclusiones
Se puede concluir que sería adecuado incluir pruebas que descarten enfermedad endocrina en el estudio de la mayoría, si no en todos, los casos de individuos con patologías de comportamiento.
Sin embargo, sería necesaria la realización de más estudios sobre esta relación entre alteraciones conductuales y problemas endocrinos, ya que la mayoría de los existentes están basados en casos clínicos.7,8,9,10
Noemí Graña Torralba
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